Todo está vivo cuestiona las fronteras entre lo vivo y lo muerto, proponiendo una reflexión sobre el cuerpo humano como entidad en constante transformación. La exhibición invita a pensar el cuerpo no solo como materia, sino también como energía, tránsito, sensibilidad e imaginación.

A través de esculturas, pinturas e instalaciones realizadas con tecnologías de escaneo e impresión 3D, Martina Servio Olavide explora la fragilidad, el descanso, el cambio y lo onírico. Su obra se presenta como un viaje sensible entre lo material y lo inmaterial, entre lo real y lo mágico.

En la primera sala, La muerte, se exhiben esculturas impresas en 3D que capturan posiciones de reposo, evocando la quietud del cuerpo y su dimensión espiritual. Una pintura acompaña la escena, invitando al espectador a una experiencia acuosa, introspectiva y silenciosa.

La segunda sala, La metamorfosis, celebra el caos y la expansión. Un altar con objetos y diversos seres fantásticos abren paso a mundos posibles donde los límites de la realidad se disuelven, y lo irracional cobra vida.

La tercera sala, El misterio, presenta una instalación de múltiples pies impresos en 3D que parecen desvanecerse en la tierra. Esta obra sugiere un tránsito colectivo hacia lo desconocido, un pasaje entre planos donde los cuerpos se hunden, caminan o descansan en otra dimensión. Es también una imagen del linaje, la herencia y la conexión con lo ancestral.

El proyecto dialoga con lo invisible, lo inconsciente, el deseo de transformación y la magia de estar vivos. Todo está vivo nos propone volver a mirar lo que hemos separado: la vida, la muerte, los sueños, el misterio. No como opuestos, sino como parte de un mismo movimiento.

Romy Castiñeira, curadora